Llegó Zambrano a Cancún para sellar el pacto entre Ricalde y el gobernador Roberto Borge

Fabiola Cortés Miranda

Con la mismita “lógica política” del PRD estatal, llegó Jesús Zambrano Grijalva a Quintana Roo, la del gritoneo histriónico, pantomima de quinta clase, en la que la apología de la compra de votos por parte del PRI ocupa el papel principal de la comedia urdida por los hermanos Julián y Alicia Ricalde.

Pero no se trata sino sólo de eso, de una comedia barata que casi nadie se cree, por no ser tan extremista y decir: nadie se cree.

Pocas elecciones en Quintana Roo han dejado tantos damnificados en el PAN y el PRD como la actual. La regla es que uno que otro de los que se sentían o elegidos, o seguros, brinquen, respinguen, se desgarren las vestiduras, y hasta abandonen el partido, pero en esta ocasión, prácticamente sólo los “nominados” se quedaron conformes.

Y es que más allá de los rumores, hay razones de sobra para creer que el alcalde de Cancún, Julián Ricalde Magaña, negoció con el gobernador del estado, Roberto Borge, la configuración del ajedrez político del próximo trienio.

La primera razón es que Julián Ricalde es un muy mal abogado. Esto conlleva a dos supuestos, uno, que ejerciendo su profesión no podría vivir “cómodamente” (como vive ahora), fuera de la administración pública, y de los negocios que dentro de ésta se pueden hacer. El segundo supuesto, es que como es mal abogado (nunca ejerció, se refugió en las aulas de la Universidad La Salle), la máxima filosófica que lo guía y que ha padecido el ayuntamiento, es que “más vale un mal arreglo que un buen pleito”, es decir, no está acostumbrado a dar pelea, al final se sienta, que es lo que hizo frente al Gobernador, mientras mantiene, sólo de batalla, una supuesta confrontación.

Los Ricalde hicieron entonces su “mal arreglo”, pero sólo para su beneficio, para seguir viviendo de la comodidad de la alta burocracia.

Y en ese arreglo, los hermanitos, Julián, del PRD, y Alicia, del PAN, arrastraron a sus partidos, de la mano de sus alineados dirigentes.

Otra de las razones para creer que hubo una negociación, es que tanto el PAN como el PRD hicieron, desde siempre, hasta lo imposible para no registrar formalmente su alianza, al incumplir ante el Instituto Electoral de Quintana Roo (IEQROO), un procedimiento que era mero trámite; por lo que salieron con la confusa idea de una alianza “de facto”, la cual medio han sostenido para las presidencias municipales, pero que se cayó en todo para las diputaciones.

Una razón más para creer que sí hubo una negociación con el Gobierno del estado, es que ante las irregularidades en las que ha incurrido el PRI, sólo ha habido denuncias de saliva, pero nada en el papel; y las pocas que han hecho legalmente, las han hecho mal.

Todos estos son, para mí, indicios de que sí se dio una negociación entre los Ricalde, y el gobernador Roberto Borge Angulo. Sobre qué negociaron exactamente, se podrían aventurar varias fórmulas: como ceder Cancún al PRI a cambio de dejar que Alicia Ricalde repita en la presidencia municipal de Isla Mujeres; o no ceder Cancún, y dejar el Congreso en manos del PRI. Dejar que el PRI recupere otros municipios como Lázaro Cárdenas, donde se proyecta un mayor desarrollo turístico. Dejar en manos del PRD los conflictivos y pobres Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos.

En fin, con certeza, sólo los que estuvieron sentados en esa mesa sabrán lo que negociaron, pero de que negociaron, negociaron….