La magia llegó al Bernabéu pero fue insuficiente; Dortmund va a Wembley

El Borussia Dortmund avanzó a la Final de la Champions League pese a caer 2-0 ante el Real Madrid en un emocionante partido que se definió en los minutos finales. Los tantos merengues fueron de Benzema al minuto 82 y Sergio Ramos al 88. Con ese resultado, los alemanes se impusieron por marcador global de 4-3.

De entrada José Mourinho sorprendió al colocar una alineación poco común, con Michael Essien de lateral derecho y sin recuperador nato. Pepe y Sami Khedira se quedaron en la banca y el mediocampo estaba plagado de jugadores técnicos. Toda una declaración de intenciones del entrenador portugués, que sabía que se jugaba su legado en el equipo en este partido.

En consecuencia, el Madrid salió a morir o matar, en los primeros cinco minutos ya había generado dos opciones de gol, especialmente un mano a mano entre Higuaín y Wiedenfeller, que ganó el portero alemán. Pero también se exponía a los contragolpes germanos, encabezados por la dupla dorada de Mario Götze y Marco Reus.

El partido era, entonces, de ida y vuelta, en el transcurso de cuatro minutos, Lewandowski, Ronaldo y Özil fallaron manos a manos cuando podían haber resuelto mejor. En el medio, se lesionó Götze y tuvo que abandonar el partido y dejar su lugar a Grosskreutz. Los alemanes perdieron creatividad pero no cambiaron el esquema. Se trataba de acechar y esperar el error merengue que llegó en un claro codazo de Sergio Ramos a Lewandowski, que el árbitro inglés Howard Webb no señaló como penal.

Pero a partir de entonces, se secó la creatividad madridista. El excelente trabajo de Gundogan en la zona axial impedía a Xabi Alonso y Modric tener espacios para pasar y, en el centro de la defensa, Hummels y Subotic dejaban una y otra vez en fuera de juego a Cristiano e Higuaín. El Real Madrid estaba frustrado, y su público también, mientras, en el rincón, los aficionados alemanes no dejaban de cantar. Y así, entre frustraciones locales y esperanza visitante, se fueron los primeros cuarenta y cinco minutos, coronados por un disparo de Ronaldo, directo a la tribuna F.

Como era de esperarse, el Real Madrid salió a morir o matar al inicio de la segunda mitad y estuvo mucho más cerca de lo segundo que de lo primero. En dos ocasiones Lewandowski tuvo para matar la eliminatoria, y en ambas dejó escapar las oportunidades, la primera con un disparo machucado y la segunda con un potente obús que pegó en el travesaño y luego en la línea de meta.

El equipo de Mourinho empujaba hacia adelante con entusiasmo pero sin orden alguno. Para tratar de cambiar la historia, el portugués dio entrada a Kaka’ y Benzema y cambió a línea de 3, algo completamente inusitado en su trayectoria con el Real Madrid y su carrera en general. El resultado fue aún más caos. El Madrid no jugaba a nada y Gundogan debió sentenciar en una oportunidad clarísima que terminó deteniendo Diego López.

Todavía en el empujón final, Cristiano Ronaldo tuvo una oportunidad que envió por encima, y Lewandowski se encargó de desperdiciar una oportunidad más. Parecía que el partido se encaminaba al empate sin goles, cuando llegó el milagro. En una escapada por la banda derecha, Özil mandó un centro perfecto a ras de césped y Benzema definió para el 1-0. Quedaban siete minutos y al estadio le había vuelto el alma.

El Madrid arrinconó a los alemanes, con fuerzas no vistas durante el resto del partido. Klopp sacó a Lewandowski y se preparó para resistir el asedio. Y llegó el famoso señorío, y la épica. En uno de tantos tiros de esquina, Sergio Ramos anotó el segundo, y la remontada empezaba a tomar forma. Cuando el árbitro anunció los 5 minutos de reposición, el estadio entero confiaba en el milagro… pero no llegó. Todavía Ronaldo pidió un penal postrero pero el esfuerzo había sido demasiado. El Madrid había caído, aunque por lo menos lo hizo con señorío.